Esta es otra de las novelas de los años 50 (1951), cuyo contenido sexual fue considerado demasiado explícito para la época. Su lenguaje provocador y su trama siguen ofreciendo una experiencia de lectura fuerte a día de hoy. Juzgado con la perspectiva de la época en la que fue publicado, donde los besos en las películas eran considerados obscenos, tuvo que suponer una auténtica revolución.