Este volcán de nombre impronunciable sembró el pánico en el año 2010 cuando su erupción paralizó el tráfico aéreo de buena parte de Europa, afectando a una veintena de países. Si bien no hubo que lamentar víctimas, la capa de cenizas permaneció en el cielo durante varios días y unos 100.000 pasajeros se tuvieron que quedar sin volar.